¿Qué hacer con el traje del novio después de la boda?

Has pasado por todos los momentos, los peores nervios, las emociones más fuertes, las lágrimas más dichosas. Desde aquel día que decidiste unir tu vida con la de ella, muchas cosas han ocurrido. Por ejemplo, no te imaginabas estar parado cual estatua en una sastrería, mientras un sastre muy simpático veía de qué manera podías lucir espectacular en un traje tan moderno como tu estilo, o tan clásico, o tan romántico, o tan… sencillo como lo querías.
Y ese traje que con tanto esmero y tal vez extrañeza fuiste probándote hasta que te quedó de maravillas, ese traje que vistió tu alma cuando diste el “sí” en el altar, es un símbolo del amor más puro. Pero a la vez, es un elemento que ha quedado allí, tal vez guardado en un cajón o colgado en una percha en el armario, sin uso. Por supuesto que cada vez que abras la puerta en busca de alguna prenda podrás verlo y hasta tocarlo con nostalgia y felicidad, pero… ¿solo eso?
Hay varias opciones, aunque tal vez muchos hombres acostumbrados a las antiguas usanzas de nuestros abuelos preferirán dejarlo inmaculado e impecable, con los bolsillos llenos de naftalina en el armario, para admirarlo de tanto en tanto, mostrárselo a los pequeños o preguntarse cómo hicieron para entrar en ese traje cuando ya pesan unos diez kilos más.
Otra opción es comenzar a prestarlo a los hermanos, primos u otros parientes que deban asistir a fiestas de gala, bodas o eventos sociales importantes. Si tienes hermanos de edades cercanas a la tuya, puedes facilitarles las cosas y prestárselo por unas horas, porque ese es el tiempo que se usan, después de tanto esfuerzo: unas horas.
También puedes modificarlo a tu gusto y hacerlo menos formal, a fin de que puedas volver a lucirlo; pero ya no con tanta solemnidad, sino en alguna reunión de trabajo o fiesta de alcurnia a la que debas acudir, por ejemplo, por razones laborales. Le quitas algunas cosas y ya, pasa a ser mucho menos formal.
Por supuesto que también puedes venderlo, pero su valor sentimental a veces es tanto que muchas parejas optan por conservar sus prendas de boda, cueste lo que cueste y le pese a quien le pese. Porque para ellos es un verdadero símbolo de amor y del día en que decidieron unir sus vidas para siempre.

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